Memoria, un acto de conciencia


Memoria es la más reciente película del director tailandés Apichatpong Weerasethakul, estrenada este año (2021) y grabada en Colombia. 

Memoria cuenta la historia de Jessica (Tilda Swinton), una cultivadora de orquídeas que viaja a Bogotá a visitar a su hermana enferma. Durante esa corta estancia conoce a Hernán (Juan Pablo Urrego) y a la arqueóloga Agnes (Jeanne Balibar). Jessica no puede dormir porque hay un sonido que llega a su mente y no sabe de dónde viene. Este sonido es el que motiva sus recorridos y las relaciones con las personas que encuentra en este.  

Antes de vaciar en estas páginas las letras que le pertenecen al momento de mi experiencia personal con Memoria, debo aclarar que el texto que resulte es solo eso, una percepción personal y puede que alejada de una escritura formal y profesional sobre los elementos que componen este film. Así como datos o entrevistas específicas sobre Memoria, las cuales encontrarán en otros portales en la web.   

Como siempre, no revelo el final del film, aunque estoy segura de que se puede ver varias veces y cada vez existirá algo más que al espectador le llegará como una onda de pensamiento o sentimiento. Pero es el espectador quien elige si quiere dejarse sumergir en este viaje surrealista de Api.   

Un sonido perturbador y emocionante 


El primer elemento que llama mi atención es la búsqueda de Jessica por querer descifrar el sonido que escucha en su cabeza; en esos recorridos, ella camina entre fantasmas. Antes de seguir, prefiero corregir y utilizar la palabra navega, ella navega entre fantasmas que a lo largo del recorrido van saliendo a flote, entre ondas de pensamientos (recuerdos) que son inevitables.   

Quisiera detallar cada elemento, pero no quiero aburrirles y como siempre, esto es una invitación para que ustedes mismos tengan la experiencia fílmica. Por ahora, me seguiré centrando en ese sonido que Jessica describe como «un estruendo que proviene del núcleo de la tierra». Escucharlo es realmente perturbador, es emocionante y al mismo tiempo me pregunto ¿la tierra tiene memoria propia? ¿Lanza mensajes al azar a los humanos? 

Entre esos fantasmas (personajes) con los que habla Jessica, Agnes la arqueóloga le enseña un cráneo que puede tener alrededor de 6000 años. Lo primero que ve Jessica es un hoyo en la cabeza, «para liberar los malos espíritus» le dice Agnes. Esta pequeña observación, en la interpretación de Tilda es una opción, dentro de muchas, para encontrar un sentido a lo que le sucede a ella, un golpe que escucha en su cabeza y no sabe por qué.  

Este fragmento de film hace que el espectador se sienta más cerca del film y de él mismo. Por lo menos, de todos aquellos que a veces buscamos una respuesta lógica a todo lo que pasa en nuestra mente. ¿Acaso a Jessica también le gustaría que le abrieran un hueco en el cerebro y le liberasen de ese sonido?

Un pescador de otro mundo 


Entre los fantasmas que llenan el cuadro fílmico aparece Hernán (Elkin Díaz) es un pescador que vive en un lugar sin mucha referencia, en medio de la naturaleza, al lado del río. Allí llega Jessica atraída por el sonido que escucha en su cabeza. En su intercambio de palabras con este pescador, da la sensación de que los sueños son una invención del hombre, ya que él dice que su especie no sueña, entonces ¿nos encontramos ante un ser galáctico, un maestro ascendido, una especie de viajero del futuro?  

Esta frase queda resonando, primero porque dentro de un contexto social y político de Colombia ¿los colombianos no tienen derecho a soñar? Segundo, soñar implica recordar y, hacer memoria es un esfuerzo para la mente, la cual es perezosa. Aunque detrás de esa aparente pereza ​siempre hay algo más, quizás una emoción como el miedo. Y, si de esfuerzo hablamos, la memoria es un sacrificó que muchos no están dispuestos a hacer.

Aunque, en el film se le da un nombre y apariencia a cada personaje, estos parecen ser más cercanos a lo que puede ser una especie de artefacto colectivo: la mente universal, y alrededor de ella, la vida que sucede. No es fortuito que Jessica sea una especie de antena que sintoniza frecuencias de pensamiento y Hernán el contenedor de todos esos pensamientos y, pensamientos que tal vez, procedan desde antes de la existencia humana, incluso de otras dimensiones. Quizás, si de buscar razones se trata, esta sea una razón por la cual Hernán no sueña, pues ya lo sabe todo y Jessica no duerme porque los pensamientos nunca se detienen. 

Jessica sintoniza ese sonido (un recuerdo) que es como un fantasma que asedia a la memoria, de igual manera, los demás personajes que se presentan ante ella. En relación con la combinación de estos dos actores es fascinante, porque es extraña pero muy cautivadora. El intercambio de palabras hace que sus diálogos se compongan de matices textuales que tiran el anzuelo a la memoria colectiva, memoria a la que podemos acceder todos si estamos dispuestos a recordar. 

La fragilidad de la orquídea


Además de esta maravillosa relación de los personajes, también está la relación de Jessica y las orquídeas. Su búsqueda por querer conservarlas hace que busque un artefacto. Cuando ella está donde la vendedora (Aida Morales) le dice «aquí el tiempo se detiene». ¿Existirá, en algún momento futuro, una máquina que nos permita congelar el tiempo? Por ahora, los dispositivos audiovisuales son un gran acercamiento, a lo mejor la realidad virtual tendrá mucha influencia en esto.  

Del mismo modo, de esto nos habla Memoria, del aquí y el ahora (muy cliché para estos tiempos) pero el espectador puede sentir que el ahora es lo más importante y que está bien parar un poco, como lo hace Jessica en el film. 

De esa relación, es curiosa la investigación de ella sobre los tipos de hongos y lo delicadas que son estas flores. ¿Es la mente una orquídea que exige cuidados especiales por su fragilidad? 

Este es un viaje profundo y poético. Antes de terminar, quiero solo mencionar que Memoria habla del funcionamiento de un artefacto más conocido como el cerebro. Un órgano que no crea el pensamiento, pero permite la sintonía de esas ondas o frecuencias de sonido (pensamientos). En el momento en que hay un entendimiento de esas frecuencias, nos damos cuenta de que la memoria es un acto de conciencia para comprender mejor al otro.  

Entender que las frecuencias que nos atormentan, sean del pasado o del futuro, influyen en el ahora, ese en el que convivimos con el otro.  


Share:

Publicar un comentario

Modificado Alis Creative Words