Junto al narrador, la imagen proyectada de la película es la de una viñeta redonda y marcada que, deja ver varios fragmentos de diferentes objetos en movimiento, los cuales tienen la misma condición de la viñeta: su redondez. Este círculo de imágenes en movimiento está rodeado por un cuadrado negro.
Después de este inicio, que podría ser el de cualquier historia debido a la universalidad del tema al que recurre, nos introduce el director de la cinta Gilles Lellouche, a uno de los personajes: Bertrand (Mathieu Amalric).
Un hombre con una crisis de depresión debido a que lleva dos años sin trabajo. Pero, Bertrand no es el único con crisis personales, ya que en el grupo masculino de natación sincronizado al que ingresa, le dejará ver que todos estos hombres también están sumergidos en sus más agobiantes emociones, incluso la entrenadora Delphine (Virginie Efira).
Situaciones Clichés y predecibles
A medida que el film avanza y Bertrand se inscribe en este nuevo grupo de natación masculino, empezamos a conocer un poco de la historia de cada uno de los miembros. Cada uno está inmerso en situaciones de la vida diaria de la adultez, relaciones fracasadas, trabajos poco gratificantes, hijos en crisis de adolescentes, sueños frustrados, alcoholismo, inseguridad, etc.
Quizás estas situaciones tan comunes, tan clichés, hacen a la película un poco predecible y básica. Pero, lo que sí es rescatable, es que dentro de esas situaciones comunes hay una mezcla de humor francés que, con los diálogos de los personajes, apoyan a la premisa general del film y a la minuciosa metáfora que se va tejiendo sobre la vida y la natación. Por ello, las metáforas hacen a la película interesante, aunque su historia sea básica y común.
Dentro de su estructura narrativa tiene momentos de humor negro, pero si alguien espera que sea una película totalmente de comedia, no lo es. Si bien, sus personajes están destrozados por sus emociones, la película los envuelve en una onda de esperanza y de futuro prometedor, que hace que el espectador se sienta bien, con ilusiones y sienta algo de ternura por estos hombres que han decidido nadar.
Por otro lado, lo que estos hombres encuentran en el grupo de natación es una comunidad. Así pues, esté grupo está conformado por hombres llegando a los 40 años o en esta edad, quienes buscan una actividad que los aleje de sus problemas y es en la natación donde encuentran la esperanza de sentirse útiles e importantes.
No obstante, ellos no son los únicos con problemas personales. Delphine, su entrenadora también atraviesa una crisis emocional que afecta la dirección de su equipo de natación sincronizada y, es en ese momento, donde cambian un poco las reglas del juego para todos porque la dirección del equipo la asume Amanda (Leïla Bekhti), otra entrenadora que al estilo militar hace que estos hombres hagan un esfuerzo físico impresionante. Además, hay que tener en cuenta que ninguno de ellos es joven, ni tiene buen cuerpo o un estado de salud adecuado para ser deportistas.
En definitiva, sin mencionar literalmente el final de la película, los personajes van en ascenso, su camino de transformación es de lo peor, a lo mejor, pero el éxito o superación personal de cada uno se puede ver un poco confuso con el éxito colectivo del equipo. No obstante, se puede tomar como un punto de partida, un motivo colectivo que influirá en el personal, pero el tiempo fílmico es limitado.
Por otro lado, la actuación de los personajes es fenomenal, cada uno tiene esa claridad del personaje y lo desarrolla, sin ser forzado y por ello, cada personalidad se diferencia a medida que avanza la cinta.
Todos somos peces nadando en un gran océano
Antes de empezar hablar de la premisa general de la película y de las metáforas, me parece importante mencionar que en otras críticas, esta película es comparada fuertemente con la película estadounidense The Full Monty (1997). Y, es que, si se miran por encima, Le Grand Bain (2018) es muy similar, ya que presenta a un grupo de amigos con crisis, quienes han entrado en paro y, mientras deciden qué hacer con sus vidas para buscar un nuevo trabajo, encuentran un salvavidas: ser striptease.
Aun así, no considero necesario comparar estas dos cintas. Si bien, son similares, sus diferencias hacen que sean singulares, o por lo menos eso considero con Le Grand Bain (2018).
Por otro lado, hay una analogía marcada a la acción de nadar con la vida. Precisamente la cinta alude a que todos somos peces nadando en un gran océano y que, simplemente, quien se detiene se hunde.
Todos, en ese gran océano pasamos por aguas tranquilas y por aguas agitadas, en ese movimiento de la vida andamos... Quizás, enseñar con amor como Delphine lo hace con sus estudiantes a través de la poesía que les lee y la amabilidad con que los trata es beneficioso, pero también, la firmeza de Amanda, quien crea disciplina y constancia, para que cada uno de ellos se enfoquen en un punto: el concurso.
Es el punto, la fuerza concéntrica lo que marca todo el film. Recuerdan que el inicio empieza así: “Una pieza cuadrada no entra en un agujero redondo. Nunca. Y viceversa.” Pues bien, durante la cinta se genera una duda, entre sí es posible esto o no y, tiene su propia conclusión, la cual no mencionaré aquí, por el contrario, espero que lo puedan ver por ustedes mismos.
Antes de terminar, quiero enfocarme en esto, en la contradicción geométrica de la película desde una composición conceptual y estética propia del cine. Como les decía, el inicio del film es bastante peculiar porque configura la vista del espectador en un solo punto a través de una viñeta redonda muy marcada, mientras el narrador hace un recuento de lo que es la humanidad hasta que se interpone la moral, las estructuras rígidas y los aparatos del estado. En este momento, la viñeta de forma redonda cambia y la imagen se convierte en un cuadrado.
El círculo es una curva que se endereza en el film, en la vida aburrida de la adultez, si así se quiere ver. Pues bien, quiero introducir un poco a Kandinsky, un artista ruso que escribió de forma detallada la definición del punto, la línea y el plano. En este caso me enfocaré en el punto y ya verán porqué.
Básicamente, el punto para Kandinsky puede ser entendido desde varios aspectos, es decir, existen varios tipos de puntos que dependiendo del uso cumplen una función, por ejemplo, el punto gramatical o el punto geométrico. En el caso geométrico, dependiendo de dónde se encuentre el punto va a generar una tensión como en Le Grand Bain (2018): la tensión al inicio del film está en el centro y debido a que el punto (el círculo por el cual las imágenes van pasando) no tiene movimiento, es decir no se mueve a derecha o izquierda, arriba o abajo, el punto es estático, es concéntrico. Su forma incita a mirar hacia adentro.
En una parte Kandinsky expone lo siguiente: “Me propongo el aumento de tamaño del punto hasta su límite extremo, traspasándolo incluso, para alcanzar un momento en que la visión del punto como tal desaparece y en su lugar comienza a vivir el plano en estado embrionario.”
El plano es donde se crean todas las tensiones, si tomamos como ejemplo el cine, el plano puede ser o cuadrado, o rectangular, pero como dice Kandinsky, sí aumentamos el tamaño de un punto puede llegar a abarcar todo el plano, es decir el cuadrado, entonces la contradicción geométrica de Le Grand Bain (2018) se resuelve tanto a nivel conceptual como visual. Y, quizás en la historia, lo resuelva alentando al espectador a no dejar morir su niño interior.
Y, esto es lo maravilloso del cine, que las formas intrínsecas que componen la imagen y los demás recursos del cine, pueden resolver dicotomías como esta.
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